Los árbitros
encargados de la tecnología no sólo deben conocer las reglas del juego: también
tiene que elegir la cámara mejor posicionada para cada acción, en pos de no
cometer un error, como quedó claro en más de una jugada que dejó dudas.
La tecnología
humana (VAR) vino para quedarse y bienvenida sea. Pero, a
pesar de que comenzó a emplearse en el Mundial de Rusia 2018, todavía está en
pañales, en su metodología, principios y su aplicación. La Asistencia Arbitral
por Video fue concebida para intervenir en errores claros, obvios y
manifiestos, o en incidentes graves inadvertidos.
El VAR es un bebé que está empezando a gatear, pues tiene muy
poco recorrido en el mundo; en el presente, sólo 37 países lo poseen.
La FIFA considera que existe gran “discordancia” en cómo se está
aplicando. Uno de los motivos es que no
todos los países cuentan con la misma cantidad de cámaras (debido a los costos).
Dichas diferencias también están relacionadas con la elección de los jueces
para la tarea, la capacitación de los árbitros VAR y AVAR (ser buen árbitro de
campo no implica saber usar bien la computadora y la selección de imágenes) y
la pérdida de tiempo en la evaluación de las acciones.
¿Es la solución definitiva?
No, porque el uso del VAR se
basa en el ojo de seres humanos y su capacidad profesional para ver y ejecutar
cuáles de las cámaras del carrusel de 360º va a elegir para mostrarle el error
o el acierto al juez principal.
¿Cuáles son las diferencias al optar?
Es un problema de plano
óptico. Una cámara situada en un sector alto y en situaciones dentro del
área penal nos va a permitir tener una profundidad de campo, en la que veremos
la ubicación real de los jugadores, pero con una cámara al ras del piso o en un
ángulo equivocado, no mostrará a los actores del mismo modo.
Elijamos encuentros recientes que nos permiten ejemplificar el
problema. En la victoria de Estudiantes
sobre River por la Copa de la Liga, sobre el final, Paulo Díaz metió la
pelota al área y rebotó en un rival. Todo indica que dio en el brazo pegado al
cuerpo del defensor Noguera. Una acción natural, no sancionable con penal. Pero
en una repetición parece que impacta en los brazos extendidos de Leandro Díaz.
La situación, vista con la cámara al ras del piso, no nos permite ver como se
necesita la profundidad de campo y la ubicación real de los jugadores, y a qué
distancia están uno de otros. Las figuras se superponen. En consecuencia, provoca una “ilusión óptica”, que veamos una
infracción de mano de Díaz cuando realmente en esa acción nunca existió, tal
como se puede comprobar con ojo electrónico desde otro ángulo y posicionado a
otra altura. Si hubiéramos tenido VAR, ¿qué cámara hubieran seleccionado?
Otro ejemplo: Barcelona 1-PSG 4, por la Champions League. En el
único gol del local, convertido por Messi de penal, observamos una sanción que
nos produjo grandes dudas, a partir de una supuesta infracción de Layvin Kurzawa a Frenkie De Jong. La
acción, al ser observada desde una cámara al ras del piso, nos muestra que el
jugador catalán no sufre ninguna falta. Pero con otra cámara elevada y desde
otro ángulo, advertimos que existe un contacto físico que provoca la caída del
neerlandés; lo desestabiliza en la carrera.
El resultado, la sanción, surge de qué cámara es la elegida por
el VAR. Como reflexión final: el árbitro a cargo del video no sólo deberá
conocer las reglas del juego, sino además conocer bien qué detalle ofrece cada
cámara, para que el VAR no siga dejando las dudas que ofrece fin de semana a fin
de semana.
Por: Miguel Scime
0 Comentarios