Stephane Bancel, director ejecutivo del laboratorio estadounidense que desarrolló una exitosa vacuna contra el COVID-19, admitió que el coronavirus ha llegado para quedarse y que se transformará en una enfermedad endémica.
Mientras
el mundo llegó al triste número de 2 millones de muertos y más de 93 millones
de infectados por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 que surgió hace un año en la
ciudad china de Wuhan, las esperanzas están volcadas hoy en las vacunas que
fueron desarrolladas en tiempo récord para terminar con la enfermedad. Pero,
¿realmente terminaremos con esta amenaza?
Para
el CEO de Moderna, no. Stephane Bancel, director ejecutivo del laboratorio
estadounidense que desarrolló una exitosa vacuna contra el COVID-19 admitió que
el coronavirus ha llegado para quedarse y que se transformará en una enfermedad
endémica “El coronavirus, que ha paralizado las economías mundiales y ha
colapsado a los hospitales, estará entre nosotros para siempre. “El SARS-CoV-2
no desaparecerá y vamos a vivir con este virus, creemos, para siempre”, afirmó
ayer sin dudarlo durante un panel de discusión en la Conferencia de Atención
Médica de JPMorgan.
Y
en relación a la aparición de las recientes nuevas mutaciones del coronavirus
que tiene en alerta a los expertos en todo el mundo, agregó: “Los funcionarios
de salud tendrán que vigilar continuamente las nuevas variantes del virus, para
que los científicos puedan producir vacunas para combatirlas”. Estas nuevas
variantes del virus pueden derivar en un comportamiento más complejo del
patógeno, como potenciar su contagio, ser más mortal o transformarse en más
resistente ante vacunas o tratamientos contra la enfermedad COVID-19.
Si
bien los ojos del mundo se centran en la nueva cepa del SARS-CoV-2 hallada en
el Reino Unido y que disparó la ola de contagios en Europa, los científicos
están sobre todo preocupados por una mutación presente en otras versiones del
virus, como las detectadas en Sudáfrica y Brasil, potencialmente capaz de
volver menos eficaces las vacunas actuales.
La
llamada E484K es la mutación “más preocupante de todas” respecto a su impacto
en la respuesta inmunitaria, según Ravi Gupta, profesor de microbiología de la
Universidad de Cambridge. Las variantes son versiones diferentes del
coronavirus inicial que aparecen con el tiempo, a medida que el virus muta,
cosa que sucede cuando se replica y que es normal en este tipo de agentes
infecciosos acelulares.
Hasta
ahora, se habían observado múltiples mutaciones del SARS-CoV-2, la mayoría sin
consecuencia. Pero otras pueden mejorar su supervivencia, por ejemplo,
volviéndolo más contagioso. Las variantes que emergieron en Reino Unido,
Sudáfrica, Brasil y Japón -este último con la llegada de una familia procedente
del gigante sudamericano- tienen en común una mutación llamada N501Y, que
explicaría su mayor transmisibilidad. Esta se sitúa en la proteína “spike” del
coronavirus, una prominencia que le permite penetrar en las células.
Pero
para la mutación E484K, pesan otro tipo de sospechas. Unos test en laboratorio
mostraron que, con esta, el organismo parece reconocer menos el virus,
disminuyendo por tanto su neutralización por parte de los anticuerpos. Los
investigadores de Pfizer dijeron que su vacuna desarrollada con BioNTech
parecía ser efectiva contra una mutación clave en la cepa del Reino Unido, así
como contra una variante encontrada en Sudáfrica.
La vacuna de Moderna, por otro lado, ha sido autorizada por la Administración de Alimentos y Medicamentos para su uso en estadounidenses mayores de 18 años. Aún es necesario completar estudios adicionales en niños, cuyos sistemas inmunológicos pueden responder de manera diferente a las vacunas que los de los adultos.
Bancel
precisó que espera que Estados Unidos sea uno de los primeros países grandes en
lograr “protección suficiente” contra el virus.
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